RICARDO MARTÍNEZ

EL UNIVERSO INTERIOR - www.acceptancetechnique.com

Queda totalmente prohibida la reproducción, retransmisión, copia y/o redifusión total o parcial de la información de este libro en cualquier medio utilizado sin el consentimiento escrito del propietario.

La historia aquí presentada es explicada en función de la perspectiva del autor en su entendimiento sobre los temas descritos. Este libro no pretende arreglar, diagnosticar y/o curar, por lo que el uso y aplicación del material de este libro es responsabilidad total del lector.

Copyright 2020 – Ricardo Martínez

Ilustrado por Anais Vaillant.

EL UNIVERSO INTERIOR - www.acceptancetechnique.com

Biografía

Desde pequeño recuerdo que tenía consciencia de un mundo distinto al físico, también poseía sensibilidad a ese mundo energético que llamamos espiritual. Dotes que me ayudaron a ver que mi propósito de vida tenía que ver con el despertar de conciencia de las personas, contribuyendo en brindarles una mejor calidad de vida con menor nivel de dolor y con mayor nivel de felicidad.

A través de los años, esto me llevó a un viaje de enseñanza y creación de cursos, sistemas y materiales de autoayuda para que las personas despertaran su conciencia y pudieran lograr sus propósitos en la vida con un mayor nivel de paz, disfrute y armonía.

Con la ayuda de maestros terrenales y la guía de maestros espirituales, logré obtener la claridad para avanzar en mi propia vida y obtuve mayor sabiduría de cómo seguir contribuyendo en la calidad de vida de los demás. Fue así como nace la Técnica de Aceptación que hoy utilizo y comparto con muchas personas en diferentes países para el despertar de su consciencia de amor, paz y felicidad.

Me apasiona lo que hago, y a través de las enseñanzas de la Técnica de Aceptación sigo contribuyendo en el despertar de las personas y embarcándome en este viaje hacia un destino donde predomine la paz, el amor, el bienestar y la felicidad.

Ricardo Martínez
Creador de Acceptance Technique

EL UNIVERSO INTERIOR - www.acceptancetechnique.com

El Universo Interior

El frío calaba en los huesos de Isabel; sabía que en el auto podría estar más caliente, pero había llegado hasta su destino final, y después del gran salto, ya no habría más frío o calor.

Podía escuchar el sonido del río bajo sus pies, y varias visiones del puente volviéndose cada vez más lejano a medida que ella descendía, o pensaba en un grupo de palomas salvándola de su destino, pero ella era la única que podía controlar cómo terminaría ese día, y sería arrastrada por las aguas heladas a casi veinte metros debajo de donde estaba.

Se preguntaba cuándo iba a ser el famoso momento en el que empezara a recordar sus andanzas en vida; si iba a haber un momento de arrepentimiento, más le valía que fuese ahora, pero sin un motivo para amanecer un día más, Isabel ahora pensaba que ya nada tenía sentido.

Ese día se iba a suicidar.

Tenía una combinación extraña de pensamientos en su cabeza, y comparaba la experiencia a la de arrancarte un curita de la herida en tu rodilla. Dolerá un infierno por el pegamento que se llevará cabellos consigo, pero mientras más vueltas le des al asunto, peor será.

Pero era su vida, por todos los cielos, no era algo raíz de un impulso, era el mayor de los pasos. Nadie le había preguntado si ella quería vivir en primer lugar, por lo que ahora iba a tomar al toro por los cuernos y decidiría si iba a acabar con ella o no. Y la respuesta estuvo clara desde hacía mucho, solo que prefería ignorarla para no darle la satisfacción a esa mentalidad que la impulsaba al caos; o que más bien hacía que el caos fuese una constante en su vida.

Era tanto para soportar y ella era tan poca persona. Isabel decía que al día siguiente se arrepentiría de esa decisión, pero ya no estaría allí al día siguiente.

EL UNIVERSO INTERIOR - www.acceptancetechnique.com

Se quitó los zapatos y tuvo náuseas por los nervios; el vértigo nunca había sido de sus amigos, y esa ocasión no sería diferente.

Se montó en el borde del puente y dio un último vistazo a su alrededor. Pensaba que era un mundo hermoso, pero a ella le tuvieron que tocar los peores males, haciendo que ella no disfrutara en lo absoluto, y los pocos buenos momentos que tuvo fueron arrebatados de manera cruel, para converger a ese segundo, ese instante donde caminaba a hacia el frente, en búsqueda de la mayor solución de todas.

–Si hace eso, se va a caer.

Isabel dio un salto brusco que casi la hacía resbalar. Se dejó caer de rodillas y pensó en la horrible posibilidad de haber dejado el mundo sin saber quién le había hablado.

Miró atrás y vio a un señor mayor; con arrugas en todo el rostro, pero con el cabello tan negro como la noche. Quizá lo único más oscuro que su cabello eran los lentes de sol que llevaba en plena neblina. El bastón entre sus brazos le confirmaba sus sospechas.

–Se va a caer, señorita, lo mejor es que baje de allí.

–¿Cómo llegó hasta acá? –dijo Isabel, confundida, sin conectar cabos de cómo un invidente podía haber llegado a un puente en medio del campo un día de niebla, y que la identificara sin ella dar muestras de… nada. Por un momento Isabel tuvo miedo, tuvo miedo de morir. Comenzó a llorar.

El hombre miraba al vacío, como si no se percatara de la presencia de Isabel, la cual estaba a su lado. Le insistió que se bajara de allí, pero Isabel seguía aturdida por el susto.

–Yo no voy a tardar –decía ella, pero nacía el sentimiento de culpa al tener una especie de audiencia, incluso si esta carecía de vista. Ella quería ser lo más discreta posible–. Será rápido. Igual, no es como que usted se enterara.

–Señorita, puedo no tener los ojos para detallar su color de cabello o sus ojos, pero hasta alguien como yo sabe que no es buena idea lo que hará.

EL UNIVERSO INTERIOR - www.acceptancetechnique.com

–Da igual a este punto. No entiendo cómo llegó hasta aquí, pero le agradecería que se marchara. Quiero estar sola.

–¿Y que cometa un error? –el hombre lanzó una carcajada profunda–. Jaja, no, gracias. No puedo permitirme tener eso en mi consciencia.

–No es como que tampoco pueda cambiar esto.

–¿No?

Era la primera vez que el señor se mostraba interesado, tuvo una ligera sonrisa que le transmitió una sensación extraña de desconfianza y seguridad a Isabel.

–Señorita –continuó– ¿Cómo se llama?

–Isabel, ¿y usted?

–Eso no importa ahora, yo la voy a ayudar, pero el primer paso para ello es dejarse ayudar. Si usted tiene la voluntad de mejorar su vida, podrá seguirme, pero si no, no le quitaré más tiempo.

–No estoy interesada, lo diré de buenas a primeras; busqué ayuda en muchos sitios. Religión, grupos de apoyo, ni siquiera mis amigos me dieron una solución, así que opté por la que creía menos útil, pero más efectiva. No puedo creer que esté pasando esto: sin ofender.

El señor no se mostró aludido, solo le dijo que entendía que en muchas ocasiones, los métodos que realizamos no siempre serán los adecuados, pero cuando ya nuestras opciones se agotan, lo único que podemos hacer es seguir buscando soluciones.

–¿Y cuándo sabremos cuándo parar?

–Ni siquiera al tener la opción correcta deberíamos parar.

Mientras hablaban, Isabel se acomodaba en el borde del puente; sentía la solidez de la piedra debajo de ella, sobre cómo todavía era capaz de estar allí a pesar de que hacía solo unos minutos, pensaba que ya todo estaba perdido.

–Muy conmovedor todo, señor, pero sigo sin creer todo esto. No quiero molestarlo, y sería bueno que se marchara. No quiero que se meta en problemas por mi culpa.

–¿Cómo es eso posible?

EL UNIVERSO INTERIOR - www.acceptancetechnique.com

–Si alguien lo ve aquí, pensarán que usted estuvo involucrado en esto.

–¡Pues con más razón debe usted de desistir!

Le causaba miedo que una persona como él estuviera en ese lugar exacto para evitar que algo mayor ocurriera. Era una de esas coincidencias muy extrañas para ser contadas en una reunión con sus amigos.

–Entonces ¿Qué pretende que haga ahora? ¿Pensar que mi vida irá mejor así como así? He usado pensamientos positivos, psicología, palabras de afirmación, y sin embargo, todo sigue igual –Isabel se había roto, ya nada la podía consolar–. Es una suerte que usted esté aquí, así aunque tenga a alguien a mi lado, nadie puede mirar mi dolor.

–Hay una forma.

–No, no la hay.

–No la hay porque usted no quiere ver más allá. Usted está estancada, y necesita de algo que la mantenga con los pies en la tierra ¿Quiere aprender a manejar sus emociones, a dejar a un lado la ira y ver que existe otro escape?

–¿Quién es usted?

–Tomaré eso como un sí. La esperaré cuando usted decida.

Cuando el señor se dio la vuelta, Isabel, en un mero impulso por alcanzarle el hombro, se resbaló del borde del puente, con su pie cayendo al vacío. Fue una suerte que se pudiera sostener del barandal, e igual no iba a ser un resbalón que la llevara al vacío, pero cuando sintió sus uñas incrustadas en la piedra del borde, supo que hubo un momento, un ínfimo instante en el que se preocupó por no morir. Por seguir viva. Por tener un respiro más, todo lo contrario a la Isabel de hacía solo unos minutos.

EL UNIVERSO INTERIOR - www.acceptancetechnique.com

Antes de pronunciar cualquier palabra, Isabel miró a su alrededor, solo para encontrar una estela de niebla que cubría incluso el auto aparcado. Por breves momentos pensó que había caído y había ido al cielo, encontrando un ángel a su lado, pero cada paso se sentía tan real y carente de transición al más allá. Creyó que era un sueño o su mente saboteando su suicidio. Fue hasta su auto, se colocó los zapatos y lloró; lloró como nunca antes en toda su vida, más que con cualquier caída, empujón, ruptura o traición. Isabel descargó tanto en sus pobres ojos que creyó jamás volver a ver sin un mar de lágrimas frente a ella.

Revisó en la guantera, para ver si había lo que sea para masticar, un chicle o un pastelillo. El nudo en su estómago se había transformado en un vacío, y quería llenarlo cuanto antes para calmar la ansiedad, así fuese solo morder algo, pero había otros planes para Isabel.

Se dejó caer sobre el asiento, encontrándose con una barra de chicle y una pequeña tarjeta color crema. Al revisarla tenía unas letras en una tipografía muy cuidada, con un texto que revelaba una dirección y una frase: “Aprenda ya la Técnica de Aceptación.”

No había sido una ilusión, y por primera vez en años, Isabel tuvo ganas de dar un respiro más.

EL UNIVERSO INTERIOR - www.acceptancetechnique.com

EL UNIVERSO INTERIOR - www.acceptancetechnique.com

Capítulo 1

Isabel supo que no iba a tener una vida fácil cuando vio a su madre salir por la puerta principal, siendo esta la última vez que estaría con ella. Por días preguntó qué le había pasado, pero ante la carencia de respuestas, pensó que su madre simplemente había ido a comprar algo sin decirle a nadie, un regalo para ella, y por años, siguió con el infantil pensamiento de que en cualquier momento estaría entrando por la misma puerta diciendo “sorpresa”. Eso nunca sucedió, pero poco podía entenderlo la Isabel de cinco años.

Su infancia fue como una montaña rusa que no paraba de caer, comenzando por su padre. Años más tarde Isabel entendió que los comportamientos altisonantes de su padre no eran comunes en los papás (o en los hombres promedio) y que eran solo secuelas de una embriaguez que empezó desde temprana edad y nunca supo cuando parar. Cuando llegaban los arranques de ira, su padre solía prender cigarrillos, y los fósforos que encendía solía apagarlos con la yema de los dedos, enjuagándoselos con abundante saliva. Un día le dijo a la pequeña Isabel que podía hacer lo mismo, pero solo logró que sus pequeños deditos salieran quemados y negruzcos; eso le causó problemas cuando tuvo que dar sus primeras huellas dactilares, pero en aquellos momentos, pensaba que había cometido un error por su parte. No podía hacer bien ni siquiera eso, se decía, y por ende, era una vergüenza para su padre.

EL UNIVERSO INTERIOR - www.acceptancetechnique.com

Al faltar la madre, y ante la insistencia del padre por una figura femenina que circundara la casa, Isabel tuvo que limpiar, cocinar, hacer las compras y todo mientras atendía a las clases en el colegio para niñas de la ciudad. Esto afectó considerablemente su rendimiento en clases. Notas bajas que se traducían a regaños del padre, más mandados y quehaceres, menos tiempo para estudiar y el ciclo se repetía. Hubo noches en las que Isabel se acostaba llorando, pensando que en cualquier momento un hada azul la llegaría a rescatar, o por lo menos un príncipe en su corcel, que atravesaría los cielos estrellados para llevarla hasta la luna. Pero con el tiempo, su visión cambio a la de una persona, quizá un trabajador social que se apiadara de su caso y la llevara lejos, a un lugar donde pudiera comer sabroso y mojar sus pies en agua caliente.

El primer encuentro con un muchacho fue en su último año del colegio, donde ella y sus compañeras se encontraron con los muchachos de la escuela de caballeros al otro lado de la ciudad; iba a haber un baile grupal, por lo que se hicieron los preparativos para esto. Cuando los chicos vieron a las finas señoritas de la academia, no pudieron contener sus deseos y las acorralaron en uno de los pasillos, mientras los profesores y otros estudiantes estaban en el salón, decorando. Llegaron como leones a los indefensos ciervos, llenándolas de dulces palabras y promesas vacías que ni ellos mismos se podían creer, pero que a las señoritas parecían conmover y cautivar como si fuesen Cervantes o Shakespeares en miniatura.

A Isabel le tocó un chico pequeño, escuincle, de lentes cubiertos de cinta plástica y con pecas hasta en las bolsas de los ojos. Él decía un no-sé-qué sobre el trabajo de sus padres, pero que a Isabel le repugnaba. La gota que derramó el vaso fue cuando este muchacho se le acercó a ella en búsqueda de un beso seguro. Isabel lo apartó, dando un pequeño grito por los nervios. Al empujarlo, accidentalmente tiró los lentes del joven, rompiéndose en el acto. Esto causó la ira de más de uno.

EL UNIVERSO INTERIOR - www.acceptancetechnique.com

Resulta ser que el muchacho era especialmente popular entre los suyos por poseer más dinero que la media, y este mismo dinero de papi y mami lograba ofrecerles los mejores entretenimientos a los compañeros de clases. Al sentirse aludido, todos se mostraron reacios hacia Isabel. La hermandad entre los muchachos pareció ser tan fuerte como para hacer que todos se fueran del sitio a seguir ayudando a decorar. Esto no les gustó a las compañeras de Isabel.

En un principio le aplicaron la ley del hielo, pero con cada segundo que pasaba, se sentían cada vez más decepcionadas de que la tonta Isabel les hubiera arruinado la oportunidad de ir a las ligas mayores. Ese día Isabel no solo perdió la poca relevancia que tenía en el salón, sino que también ganó el odio de sus compañeras, odio que se tradujo en un encuentro que ella no podría olvidar en los años venideros.

Ella solo se había desviado a tomar agua antes de irse a casa, y se preguntaba qué hubiera pasado si solo hubiera seguido de largo y regresado por el mismo camino de todos los días. Pero no, tuvo que haber ido a los bebederos para encontrarse con Claudia y las demás, recordándole que era mejor a veces ir con la corriente en vez de enfrentarse al sistema. Golpes, patadas, jalones de cabello, incluso hubo una que le dio un golpe en su seno izquierdo, mandándole una descarga eléctrica que le duró una semana. Iría a comentar sobre eso a su padre y a la dirección, solo para ser agredida de nuevo, de forma mucho peor. Pensó en un punto que moriría a manos de muchachas de su misma edad, sin poder buscar consuelo en algún lado. Bastó eso para ser puesta en un colegio mixto el año siguiente, donde si bien no logró amistades íntimas, por lo menos se pudo llevar mejor con sus compañeros.

Las primaveras pasaban e Isabel se iba desarrollando más como adulta, y tuvo una pequeña victoria cuando en sus pasantías logró irse a la capital (aunque prefería cualquier otro sitio antes que la casa de su padre) y en ella se dijo que sería una nueva persona, lista para comerse al mundo.

EL UNIVERSO INTERIOR - www.acceptancetechnique.com

Sus primeros encuentros en las oficinas de la empresa fueron turbulentos, pues se trataba de adaptar al estilo de vida de la gran ciudad; por suerte, ella era buena aprendiendo y nutriéndose de conocimientos, a sabiendas que todo lo que capturaba podía ser de utilidad en algún momento. Esto le hizo valer de una gran estima por parte de sus jefes y compañeros de trabajo, quienes vieron en ella un miembro fundamental para el desarrollo de la empresa.

Lamentablemente, no todos los miembros eran igual de competentes, y justo un mes después de haber sido aceptada para un trabajo fijo, la compañía cerró, dejándola varada en la gran ciudad por unas semanas, hasta que su ingenio le permitió salir aireada de una entrevista para el puesto de mesera.

No le fue mal; de hecho, cuando terminaba la jornada lograba ganar casi tanto como antes con solo propinas, y pensó que así lograría sobrevivir (cualquier cosa antes de volver a su antiguo hogar con un abusador a todas horas). Fue allí cuando conoció a Matías.

Matías pasó de ser una mera cara con signo de interrogación en el restaurante a un modelo conocido entre el abanico de clientes, junto al señor gordo de los viernes o la señora que siempre pedía una ensalada césar sin pollo (imposible no recordar a alguien así). Primero fue conocido por todos como el muchacho de la taza de café, hasta que una de las compañeras de trabajo de Isabel le dijo que el muchacho estaba interesado más en compañía conocida que en un café.

–¿A qué te refieres?

–Linda –decía su amiga Ángela–, seamos honestas, nuestro sándwich de atún es de talla mundial, pero nos quedamos cortos con el café, y debe ser: o alguien muy desesperado o alguien que perdió el gusto en la boca, pero en ambos escenarios, tú eres el común denominador.

–Para nada, él puede venir por cualquiera de nosotras, incluso por ti.

EL UNIVERSO INTERIOR - www.acceptancetechnique.com

–Lo dudo; el miércoles, cuando faltaste, él me preguntó si la chica bonita de la cola de caballo había faltado al trabajo.

Isabel se había atado el cabello con cola de caballo desde la horrible golpiza que sus compañeras le habían dado años antes. Sentía los tirones de cabello y quería juntárselo todo para no creer que en cualquier momento se pudiera enredar con los dedos de cualquiera. Aun así, no consideraba que se viera mejor. En realidad, pensaba por años que había perdido un poco de belleza, y saber que alguien más encontraba en ella un signo para destacar, la hacía sentir extraña.

Cuando el muchacho fue de nuevo, ella pidió atenderlo, y notó cómo sonreía más de la cuenta. Desde la ventanilla de la cocina podía notar como más de una mesera parecía darle miradas pícaras a ella.

–Disculpe, señorita, me sirvió dos bolsitas de azúcar, por lo usual me sirve solo una.

–Quizá el café esté un poco amargo. Pensé que lo necesitaría.

–Gracias, en serio.

Tres ocasiones después, él se estaría armando de valor para pedirle salir juntos. Una noche encantadora, que dio pie a otra más, y luego de un mes de citas esporádicas, él la llevó a un sitio diferente: El restaurant donde ella trabajaba. Se sentía extraña al ahora estar del otro lado, y le pidió a Ángela que les trajera dos cafés. Ángela la corrigió y le llevó dos tés helados. Isabel agradeció bastante.

Medio año después, pensaba que no podría vivir sin Matías (ella bromeó cuando le dijo su nombre, pues según Isabel, él no tenía cara de Matías, sino de Miguel, lo cual estaba bastante cerca). Era la primera vez que alguien la trataba bien en su vida, como un ser humano más. Hubo noches donde ella pensaba que alguien le había echado una maldición desde joven, haciendo que todo fuese más difícil, pero ahora veía que todo en realidad estaba en su cabeza. Ahora podía por fin ser alguien con una sonrisa en el rostro.

EL UNIVERSO INTERIOR - www.acceptancetechnique.com

Nunca salieron de la ciudad, pero la exploraron de pies a cabeza; comieron en todos los rincones, tomaron fotos de cada esquina, y se contaron todos los chistes que conocían (que no eran muchos del lado de Isabel). Isabel nunca había sido tan feliz en toda su vida; de repente las películas románticas y los textos amorosos que leía adquirían un nuevo significado, y pensaba que eso es lo que pasaba cualquiera al menos una vez en su vida. Incluso llegó a meditar sobre la posibilidad de una nueva familia, siendo la convivencia con Matías cada vez mejor y más sólida.

Recordaba cómo un día había recibido una llamada de su padre, comentándole sobre cómo un vecino de ellos había fallecido, e irritó a Isabel con ciertos comentarios como que en realidad no importaba mucho, ya que el sujeto era (en palabras de su padre) “un marica de clóset”.

–Papá, no digas eso, era un ser humano como tú o como yo.

–Como sea, era para darte por enterada ¿Y cómo ha estado todo en la ciudad? ¿Me puedes mandar algo de dinero?

–¿Y el que te envíe hace dos días?

–Tu tía Aurora vino, tuve que hacer un almuerzo de emergencia para ella.

–Bueno…

Matías la atajaba, diciendo que por qué se doblegaba ante él, si ella bien sabía que su tía Aurora estaba en España desde hacía dos años. Ella le respondía que era mejor no reclamarle a su padre, pero Matías no entendía cómo ella le podía dar tanto poder a alguien más estando tan lejos. Sacó la carta de paternidad, pero él le decía que no era referente para ser un abusivo.

Isabel sentía que Matías le daba una estabilidad nunca antes lograda, que era la piedra angular de su mente, y que sin él, estaría perdida. No sabía cómo las personas podrían tener fuerza mental sin un Matías en su vida.

EL UNIVERSO INTERIOR - www.acceptancetechnique.com

Fue un jueves cuando recibió una llamada del trabajo de Matías. Le comentaban que ocurrió un accidente en la zona de carga, causando que varias estanterías cayeran de súbito; hubo incluso dos fallecidos en el proceso, y lamentablemente, uno de ellos no la estaría acompañando para la cena esa noche.

Isabel lloró como nunca antes en su vida. Pensaba que regresaba a ser una niña indefensa en las fauces de una ciudad dispuesta a comérsela viva. No vio una luz al final del túnel.

Se lamentó tanto hasta el punto en que pasaba días enteros sin probar bocado, y esto afectó su rendimiento laboral. Con mucho pesar su jefe le dijo que ya la temporada de advertencias había terminado, y que no podía costear a una trabajadora así. No le gustaba decirlo ni hacerlo, pero ella lo aceptó de buena manera, y se dijo que volvería a casa con su padre.

En efecto, la vida parecía perder color de nuevo. Ahora no entendía cómo podría sobrevivir estando sola, y menos que sola, con mala compañía. Su padre se mostraba indiferente ante su situación (la única expresividad que mostraba era en forma de ‘¿y dónde está la cena, muchacha?’) e Isabel creyó en un momento que ya no valía la pena seguir despertándose por las mañanas.

Intentó salir con viejas amistades, pero había logrado tanto en la capital que ahora no se sentía cómoda ni siquiera en su propio hogar. Conoció nuevas caras, e incluso llegó a salir con otros hombres (claro que ocurrió al menos dos años después del fallecimiento de Matías, cuando sus amigas le insistieron que debía tratar de volver a hacer su vida). Era joven y no podía darse el lujo de quedarse estancada. Empezó a salir con Leo, con quien sintió nuevas emociones, un poco más intensas que las del estado cómodo que le brindaba Matías. Era como disparar un arma por primera vez, solo que siempre se sentía así, y a ratos se sentía abrumada por tanta intensidad; a veces solo quería estar acostada en el sofá, viendo una serie, o paseando en el parque.

EL UNIVERSO INTERIOR - www.acceptancetechnique.com

Leo le ayudó a conseguir un nuevo trabajo. Fue en una pequeña empresa de seguros, que aunque no ganaba tan bien ni siquiera como en su etapa de mesera, al menos la mantenía lo suficientemente distraída como para olvidar los puntos bajos de su vida.

Para sus primeros cuatro meses, le quiso hacer algo bonito a Leo; le compró un pequeño pastel en forma de corazón, con un ‘L + I’, junto con algunas otras golosinas y una que otra carta formada por recortes de fotos. Pero justo al llegar a casa de Leo más temprano, encontró a su Romeo en brazos de otra dama, aquella que en un tiempo consideró como amiga y tomó su consejo de avanzar con su vida. La reacción fue corta, solo un “cómo pudiste” que destruyó el corazón de ambos perpetradores y corrió hasta su propia casa, donde, a falta de consuelo por parte de su padre, solo se encerró en su habitación, pensando jamás salir de ese espacio seguro.

Al día siguiente se encontró con una carta de despido de la empresa, alegando comportamiento inapropiado en sus oficinas. Isabel tuvo tanto coraje como para demandarlos, pero prefirió mantener un perfil bajo, tomando las compensaciones que se le daban (pequeña consideración que pasó por debajo de la mesa entre las negociaciones). Pero ahora estaba más varada que nunca, y con una moral tan baja como la caída que yacía bajo el puente que pasaba todos los días al salir de su casa.

Eso le dio una idea que una semana después estaría poniendo en acción.

Claro que antes se emborracharía como una cuba antes de dar el gran salto en el puente. Se tomó toda la botella de ron de su padre sin darle importancia a las represalias, después de todo, no estaría en ese mundo para el final del día.

Poco tendría ella pensado la visita de una persona poco usual, y mientras sus lágrimas la carcomían en sus mejillas, picando como pequeñas agujas heladas, meditaba sobre si en algún momento de ese día había hecho una decisión acertada. Solo tenía por seguro algo: quería seguir respirando para buscar una respuesta.

EL UNIVERSO INTERIOR - www.acceptancetechnique.com

EL UNIVERSO INTERIOR - www.acceptancetechnique.com

Fin de Vista Previa

Comprar E-book